viernes, 18 de diciembre de 2009

¡Viva México, cabrones!


Una de las reflexiones de mi amigo Asur en su viaje por México


Vayan preparando 5 pesos, es decir, ni 25 céntimos de euro, mientras esperamos tantito en la banqueta para agarrar (nunca coger) un camión al centro de Guadalajara. En México, “banqueta” significa acera, “tantito” un poco, “camión” autobús, y “coger”… ya se imaginan. Estamos relativamente cerca pero el trayecto durará, en función del tráfico, entre 20 y 40 minutos. Hay que tener en cuenta que estamos en una ciudad que alberga a unos 6 millones de habitantes. Por cierto, les trato de usted porque es muy frecuente en estas latitudes. Y antes de nada, un consejo: miren por donde pisan, a veces el suelo exige altas dosis de equilibrismo. Yo diría que se debe a una ligera falta de previsión: ¡plantar árboles de 5 o 6 metros de altura y no contar con el poder de sus raíces! No tiene gracia, pero imagínense para personas con dificultades de movilidad. En fin…

Antes de que llegue el camión, por favor, fíjense en ese cartel: “Respeta mi cochera y respetaré tu carro”. Es una muestra clara de que los vados no son necesarios, que hay otras formas de organizarse. Otro ejemplo: aunque estemos en la parada no busquen señal visual alguna que lo indique, tampoco se molesten en buscar carteles con itinerarios y horarios establecidos; aquí hay que relacionarse, observar y preguntar. ¡Qué padre!, ¿no?

¡Ya llega! Suban, acomódense y echen un vistazo alrededor. ¡Ah!, una advertencia, si ven a alguien con mascarilla no se alarmen, es la gripe A, pueden compartir asiento. Aquí se conoce por influenza humana y la población está tantito más alarmada que en España (recuérdese que el inicio de la trama tuvo lugar en México). Por cierto, al momento de llegar a Guadalajara me encontré con un brote importante de dengue, una enfermedad que en Europa prácticamente ni sabemos cómo se escribe. Esto ya no es tan padre. Como les decía, si echan un vistazo al frente podrán ver un cristo crucificado presidiendo el frontal del camión. No se asusten, es normal. Además, dicho frontal podrá ir en colores llamativos como el morado (luto) o el rosa (esperanza), ambos muy utilizados en el Día de Muertos, una de las festividades más importantes e interesantes de la República que últimamente tiene que competir con un duro contrincante: Halloween. Sin demasiado esfuerzo podrán ver también en el cristal guardaespaldas del conductor el rostro de Cristo o, en su defecto, el de la Virgen María. Las pegatinas, de un brillo plateado cegador, rara vez pasan desapercibidas. Esta imaginería religiosa podrá ir acompañada de otros símbolos más profanos como el conejito de playboy. Todo ello, sumado a unos espejos enmarcados en pluma blanca, dota al conjunto del camión de una estética, digamos, peculiar.

Ahora fíjense en las chicas, preferentemente jóvenes y coquetas (si no lo han hecho ya, sobre todo los varones). Nunca habrán visto pestañas y uñas tan largas como las que se pueden ver aquí. Lo de las pestañas puede tener truco, aunque no siempre, pero en torno a las uñas hay montada toda una industria: se pueden ver en ellas imitaciones de cuadros, incrustaciones de piedras, orificios de los que cuelgan cadenitas, hilos… Es lo más cercano que he visto a Eduardo manos tijeras, pero en versión disfuncional.

Supongo que a estas alturas ya habrán podido notar el estruendo y las sacudidas del camión medio destartalado. La sensación de que se va a partir en mil pedazos y a una velocidad endiablada contrasta con la quietud, forjada en la costumbre, del personal local. Es una situación, si quieren, cómica, sobre todo si alcanzan a leer alguno de los carteles que amenizan el trayecto (“Llamen al timbre con antelación, el adivino es el del relevo siguiente”). Y hablando de situaciones cómicas, no se extrañen si se encuentran, como yo, con una bocina de bicicleta sustituyendo al timbre con el que se solicita la parada. Es una solución improvisada pero eficaz que nos da idea del carácter emprendedor y creativo de algunos paisanos mexicanos.

Por cierto, ¿se han fijado cómo se saludan aquí? Si tienen que saludar a una chica, tanto hombres como mujeres, utilizan un beso en la mejilla (no dos). Si, por el contrario, tienen que saludar a un chico, las chicas siguen el mismo procedimiento pero los chicos se dan la mano de un modo particular. Siempre depende del grado de formalidad de la relación y de las edades de los actores, pero digamos que lo común (informal y entre iguales) es darse una palmada con la mano derecha (posición similar al típico agarrón de manos) y luego chocar frontalmente los puños de la misma mano. A mí me recuerda al mundo del hip-hop.

Pero vayámonos con la música a otra parte; les propongo prolongar la mirada a través de la ventana. Pongan atención en los carros (aquí se roban muchos pero nada que ver con los de Manolo Escobar). Ya habrán podido observar los marcados contrastes que existen en el parque móvil. Una camioneta ranchera, oxidada y temblorosa, puede hacerle sombra (sólo en el sentido literal) al último y más lujoso modelo deportivo de importación estadounidense. Es una forma de palpar la profunda desigualdad socioeconómica entre la población mexicana, germen de tantos problemas. Por cierto, un narcotraficante producto de la tierra ha aparecido en el puesto cuadragésimo primero de la lista Forbes de personas más poderosas del mundo. Nada más que añadir.

No sé a ustedes pero a mí me encanta el paisaje que conforman los puestos y carritos de comida y bebida en la calle. ¿Qué les parece? Tortas ahogadas, tacos variados, tamales, biónicos, nieves, tejuino… la oferta es variada y el paisaje no sólo visual, también olfativo y sonoro. Sientan la ciudad, está muy viva.

¡Hora de bajarse! Por cierto, no se extrañen, el conductor les deseará un buen día. Ya sólo me queda animarles a disfrutar del centro de Guadalajara y recomendarles utilizar el transporte público, más aún si quieren conocer a fondo los lugares a los que viajen. Otro día les invito a dar una vuelta en metro por D.F., la segunda ciudad más poblada del planeta, pero eso… eso es otro mundo. Lo dicho: ¡viva México, cabrones!



Asur Fuente Barrera -- Psicólogo

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