lunes, 7 de junio de 2010

Costumbres sanas

Nos hemos acostumbrado
a las pinzas solitarias
del tendal a la espera de ropa

a las huellas de dentrífico en el espejo
del minúsculo baño en el que nos rozamos
a conciencia cada vez que entramos a la ducha

También te has acostumbrado a los monolitos
de libros que descansan en mi mesita
lo mismo que yo cuento
con cariño
los pelitos de barba cada vez que mudas

Vivimos en una casa que no es nuestra
pero sí es nuestro el hogar
en que se ha convertido

Formamos un tridente inexorable:
Tú,
yo,
el hogar.

Hace tiempo que me acostumbré a amarte
y ahora es ya tan habitual como beber
el té verde que me preparas por la mañana
después de despertar a mi lado.

1 comentario:

  1. Veo que te van bien las cosas, cuánto me alegro. No hay como la apacible estabilidad conyugal.

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